En el fútbol se gana con goles y muchas veces el análisis de un partido, queriendo o no, termina cayendo bajo la influencia de esos números fríos y contundentes que pueden llegar a quitarle el brillo al trabajo del equipo que tiene el menor dígito en el marcador final. Pero hilando fino, esa tarea que no resulta tan imponente culpa del resultado, a la larga trae buenos dividendos.
Ayer, a orillas del Río Paraguay, San Martín mostró su mejor versión desde que dio el salto de categoría. La ovación con la que los 3.000 tucumanos, que agotaron las localidades cedidas por la organización, despidieron al equipo fue una clara muestra que el “Santo” hizo una tarea casi perfecta. Ese trabajo no fue tal sólo porque Fabián Espíndola, Adrián Arregui y Nicolás Giménez no pudieron quebrar a Esteban Andrada, porque el poste le ahogó el grito a Claudio Bieler, porque Matías García remató apenas ancho o porque al tiro de Gonzalo Rodríguez le faltó una pizca de precisión.
Sí, San Martín anuló a Boca. Borró de la cancha al equipo con mayor presupuesto del país, le cerró todos los caminos al bicampeón del fútbol doméstico, le copó el medio y hasta le puso la soga al cuello. Es cierto que Boca fue el que hizo los goles y el que se quedó con el boleto a octavos de final de Copa Argentina, pero en San Martín deben quedarse tranquilos y seguir trabajando para apuntalar este rendimiento que puede ser la llave para asegurar la permanencia en la Superliga.
“Yagui” se fue con el pecho inflado por el nivel que mostró su equipo. Un San Martín que parece repetir el camino de inicios de 2018, cuando el DT tomó el timón y logró enderezar un barco que parecía destinado a hundirse.
Porque si de hacer un análisis frío y exhaustivo se trata, el nivel de juego del “Santo” en esta etapa va de menor a mayor. A las dudas del empate contra Unión le agregó tenencia y dominio de juego contra Rosario Central. Luego puso contra las cuerdas a Gimnasia La Plata como local y no paso del empate por un par de distracciones. Y lo de ayer en Formosa fue la confirmación de que el equipo tiene material humano y recursos para parársele de mano a cualquiera.
Porque superó durante los 90’ minutos a un equipo que parece un seleccionado.
Por eso, sus hinchas lo despidieron a lo grande y por ese motivo Forestello saludó uno a uno a sus pupilos luego de la derrota. Eso sí, algunos dirán debe seguir mejorando. Claro, totalmente.
Sin definición
Debe aprender a ser certero cuando tiene la chance de lastimar porque a este nivel nadie perdona nada. También debe ajustar algunas tuercas en lo táctico para que la máquina funcione como quieren todos en La Ciudadela.
Pero ayer, este nuevo San Martín se recibió de equipo. Estuvo a tiro de sacarse la grande y sufrió por un gol de otro partido y una expulsión injusta a Arregui que terminó por inclinar la balanza. Pero el hincha “santo” debe serenarse. Este es el camino, jugando así lograr el objetivo será mucho más sencillo.